El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres

El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres

«No recordéis lo de antaño, no penséis en lo antiguo; mirad que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis?».

Quinto domingo de Cuaresma – Ciclo C

Domingo 17 de marzo de 2013

Isaías 43,16-21; Salmo 126(125),1-2.3.4-5.6; Filipenses 3,8-14; San Juan 8,1-11

«No recordéis lo de antaño, no penséis en lo antiguo; mirad que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis?». ¡Cómo necesitamos esta profecía!. Esta semana se han abierto caminos en el desierto: el Papa Francisco nos alienta a caminar juntos en confianza y fraternidad; pide la bendición al pueblo, inclinándose en oración y el pueblo le bendecimos en silencio dando gracias a Dios por su Ministerio… luego nos bendice, va a cenar con los cardenales en microbús, bromea con ellos; acude a Santa María la Mayor con un sencillo ramo de flores… viste sotana blanca sólo y, afirman los que le conocen, que es el pastor de los pobres. Francisco de Asís le asiste. La nueva Evangelización continúa con sencillez y cercanía. La plegaria por el Papa Francisco surge cordial en nuestras parroquias y comunidades.

El tribunal de Estrasburgo dictamina que la ley sobre Desahucios tenga más en cuenta la situación de las familias; el gobierno español, en boca de su presidente, se compromete a dar cauce a estas normativas europeas. Son motivos para esperar tiempos mejores.

El evangelio de este domingo es novedoso: el corazón de la ley es la misericordia. Jesús con su proceder ante la mujer adúltera y sus acusadores hipócritas muestra que el corazón del Buen Dios es comprensivo y misericordioso. El perdón es infinito, pero el reto es la conversión: «vete y en delante no peques más». Jesús ha venido a hacer nuevas todas las cosas enfrentándonos con la verdad de nuestro corazón: «el que esté sin pecado, que le tire la primera piedra».

Nos podemos convertir porque encontramos la fuerza en el perdón del Padre para cambiar de vida y encontrar la felicidad que el pecado nos quita. Además el perdón lleva consigo superar la injusticia: hay estructuras que oprimen y esclavizan y hacen imposible la realización de la persona… la estructura hipócrita de entonces hace imposible la regenaración de aquella mujer. Pensemos también en las estructuras injustas de hoy que marginan, enfrentan, dividen: ricos-pobres, cultos-incultos, «justos-pecadores»…

Miremos a nuestro prójimo como Jesús miró a la mujer adúltera y a sus acusadores… así podemos compartir las angustias y esperanzas de nuestros hermanos. La salvación proviene de Cristo; Pablo confiesa no haber alcanzado la perfección deseada; por eso continúa corriendo hacia la meta. «Todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo y existir en él». Es nuestra cuaresma; la meta, la Pascua.

«El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres». Con el perdón podemos regresar otra vez a la libertad y vivir como Pueblo de Dios, como hermanos, como hijos del mismo Padre.

Jaime Aceña Cuadrado cmf.

…y un poco de humor

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